La inteligencia artificial (IA) está llamada a ser la tecnología que transforme a la industria financiera, no solo en términos de creación de nuevos productos y servicios sino también en materia de funcionalidad y usabilidad, mejorando así la relación entre el cliente y el banco.
Solo hasta hace unos años empezó a tomar relevancia gracias a los avances en Big Data y Data Science; dos conceptos que le permiten a la IA identificar patrones a partir de grandes cantidades de datos, e incluso “aprender” y anticiparse a los hechos.
Actualmente el sector financiero está utilizando esta tecnología para organizar sus operaciones, realizar inversiones e incluso controlar los riesgos relacionados con la suplantación de identidad y otras formas de fraude financiero.
El sector financiero, junto al marketing y la automoción, es de los que más está implementando la inteligencia artificial. Un ejemplo son los robo-advisors, que han democratizado el acceso al asesoramiento financiero en Wall Street. Pequeños inversores, que antes no podían acceder a estos servicios por su alto coste, ahora los utilizan de manera fácil, rápida y económica. Además, la IA mejora la seguridad, detectando fraudes y blanqueo de capitales mediante algoritmos de aprendizaje profundo.
La IA también ofrece una mejora en términos de seguridad, particularmente en la detección de fraudes y en la lucha contra el blanqueo de capitales. Esto es mediante algoritmos de aprendizaje profundo, capaces de analizar multitud de transacciones en pocos segundos y de identificar distintos tipos de irregularidades en diferentes escenarios.
Esta tecnología ofrece varias ventajas en la gestión de riesgos. Por un lado, facilita la concesión de créditos al evaluar la calidad crediticia de los prestatarios. Además, ayuda a identificar nuevas oportunidades en los mercados bursátiles. También mejora la experiencia de los usuarios en la banca electrónica, permitiendo la oferta de productos personalizados según el tipo de cliente. Por último, gracias a la automatización de procesos robóticos, permite automatizar muchas de las tareas diarias de un banco.
La implementación de esta tecnología en los diferentes entornos financieros contribuye a la mejora en la eficiencia, a una mayor productividad y a la reducción de costes.
El desarrollo de la inteligencia artificial no solo transformará a los agentes financieros, también a los propios clientes. Por ejemplo, que el 84% de los contribuyentes ya recurriría si pudiese al uso de la IA para mejorar su declaración de la renta. Ante el avance de esta tecnología, los clientes demandarán experiencias de consumo más rápidas y sencillas.
Las expectativas son altas, pero su desarrollo aún está en una fase inicial. Además, el impacto de estas innovaciones no solo será directo, sino que también impulsará avances complementarios. Las organizaciones deben detectar y responder rápidamente a las oportunidades y adaptarse a los nuevos escenarios. Asimismo, deben estar atentas a los riesgos de depender demasiado de esta tecnología y superar los obstáculos que puedan surgir.
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